Por último, desahogos por

la decepción de un profesor lolein
que estuvo involucrado en paros y tomas en la Chile
cuando estaba Pinochet y se volvió escéptico después de tales modos de expresión de malestar estudiantil.
Lo que sucede es que NO por ello le voy a creer y estar de acuerdo con todo lo que decía,
sí accedo a esa especie de Iglesia Inquisidora con hasta lxs cantantes de reggaeton que tienen que ser feministas y la wea y tratar a todxs bien cuando quizás no piensan eso
con que seamos perfectxs y las redes sociales criticándote hasta en lo más mínimo si no lo eres, accedo, accedo totalmente. A su vez, estoy de acuerdo con esos extremos que se dan en la agenda política en Chile que un tema es invisible y luego pasa a ser extremadamente visible, surgiendo cierta gente extremista.

PERO no accedo a que si hay un profesor que violentó a su esposa pueda hacer clases a alumnas y alumnos libremente en la universidad,
porque una cosa es no ser perfectx, ser un poco locx, pero sí debemos meternos en esa esfera privada si se maltrata a niñxs y/o mujeres, personas homosexuales, trans, entre otros,
porque históricamente son quienes han estado más solxs y no deben estarlo necesariamente, no todo es un problema privada, especialmente si se ha dado transversalmente (clases sociales, regiones) en la sociedad chilena esta ocurrencia de casos, que quizás no son lo típico, pero si hay que legislar para otorgar más protección a las personas,
eso este profesor desde su posición de privilegio no logró cuestionárselo.


Ni tampoco creo que pueda culpar al movimiento feminista por la existencia del hembrismo y extremos que surgen como las reacciones que ha tenido rectoría respecto a los casos de abuso y acoso dentro de la universidad llegando a mandarle normativas de comportamiento a lxs profesores, no es justo que culpe al movimiento y paros feministas, porque el enemigo contra el que estamos luchando es el mismo.
 Es una institución que dice que estamos todxs de acuerdo con la objeción institucional de consciencia, que no toma en cuenta votaciones al interior de las facultades y que impone siempre impone sus modos de hacer las cosas sin preguntar ni al profesorado ni al estudiantado, ni a sus funcionarios y menos a aún a lxs trabajadores subcontratados que seguramente llevan trabajando en la universidad más que muchxs de nosotrxs.

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