.
Llevaba ya dos días, dos días. Repetí llorando, repetí llorando, repetí llorando, repetía llorando, había repetido llorando, repitió, repetiste y repetiste, repites siempre, siempre lo repites ¿por qué lo repites? ¿por qué (no) lo haces?
Después de dos días lo volvió a hacer.
Fui introduciendo la seda dental a través de cada cavidad entre mis dientes. Al sacarla tenía restos, restos de ella.
Toda yo. llena. Remanentes. Cuerpo.
Cada pedazo de seda me va mostrando vestigios de su cadáver, su cuerpo muerto.
Una a una las iba botando dentro del basurero, vestigios, vestigios, unos más grandes, otros pequeños, todos manchados. Sangre. Restos. Cadáver. Sangre. A medida de que iba sacando los despojos del cuerpo muerto de entre sus dientes, sus encías sangraban más y más, izquierda, derecha, sangre. No podía ocultar las huellas de la. Evidencia. Se la había comido, devorado. Sus encías sangrantes no permitirían que tal escena fuera olvidad fácilmente. Lo había vuelto a hacer. Lo había vuelto a hacer. Lo había vuelto a hacer y en plena conciencia de sus actos. Culpa. Culpa. Culpa. Culpa. Cul. La había engullido. No. Pero no tuve otra opción, no es mi culpa, no es mi culpa, yo solamente.
Gotas de sangre cayeron al suelo.
Dolor. Dolor. Dolor. Esta vez era suyo. El dolor se originaba en su cuerpo. Imágenes nebulosas serpentearon por su mente. Lo había hecho otra vez. Consciente. De. Lo. Que. Hacía. Conscientemente, lo había vuelto a hacer.
Uno de sus dientes, se soltó, ese diente que nunca se habia querido ir, señal de una inocencia que había durado demasiado, una infancia que ya daba indicios de comenzar a acabarse, ya no podría cerrar los ojos ante lo que emprendía. Lo había hecho otra vez. Terminó de arrancarse ese diente de leche, el canino ya estaba asomando desde hace algún tiempo, pero ella había decidido restringir su libertad, frenándole su crecimiento, más sangre. Dolor. Lo recordó todo. No era jugo, nunca fue jugo. Era sangre. Y yo me la comí, otra vez. Terminó de lavarse los dientes, izquierda, derecha, arriba, abajo, costado, delante de los incisivos y por detrás, entre los dientes molares y premolares. En el lugar de un canino brotaba aún la sangre. Al escupir, la pasta dental mezclada con su saliva estaba teñida de un rojo que no le pertenecía. Un rojo que provenía de su cuerpo, su propio cuerpo, no el de ella, el suyo.
El baño tenía múltiples máculas de sangre, eran manchas sobre el piso. Eran ya las 3am., limpió a la rápida el desastre que había provocado su muerte con la toalla del baño, la recogió y arrugada la llevó consigo a la pieza, su boca aún goteaba. Sangre.
Decidí que era muy tarde para preocuparme, cínica e hipócritamente ignoré uno a uno los recuerdos que se aparecían como rayos en sus pensamientos y, solamente por el sueño que pesaba sobre sus pestañas, cayó dormida.
Después de dos días lo volvió a hacer.
Fui introduciendo la seda dental a través de cada cavidad entre mis dientes. Al sacarla tenía restos, restos de ella.
Toda yo. llena. Remanentes. Cuerpo.
Cada pedazo de seda me va mostrando vestigios de su cadáver, su cuerpo muerto.
Una a una las iba botando dentro del basurero, vestigios, vestigios, unos más grandes, otros pequeños, todos manchados. Sangre. Restos. Cadáver. Sangre. A medida de que iba sacando los despojos del cuerpo muerto de entre sus dientes, sus encías sangraban más y más, izquierda, derecha, sangre. No podía ocultar las huellas de la. Evidencia. Se la había comido, devorado. Sus encías sangrantes no permitirían que tal escena fuera olvidad fácilmente. Lo había vuelto a hacer. Lo había vuelto a hacer. Lo había vuelto a hacer y en plena conciencia de sus actos. Culpa. Culpa. Culpa. Culpa. Cul. La había engullido. No. Pero no tuve otra opción, no es mi culpa, no es mi culpa, yo solamente.
Gotas de sangre cayeron al suelo.
Dolor. Dolor. Dolor. Esta vez era suyo. El dolor se originaba en su cuerpo. Imágenes nebulosas serpentearon por su mente. Lo había hecho otra vez. Consciente. De. Lo. Que. Hacía. Conscientemente, lo había vuelto a hacer.
Uno de sus dientes, se soltó, ese diente que nunca se habia querido ir, señal de una inocencia que había durado demasiado, una infancia que ya daba indicios de comenzar a acabarse, ya no podría cerrar los ojos ante lo que emprendía. Lo había hecho otra vez. Terminó de arrancarse ese diente de leche, el canino ya estaba asomando desde hace algún tiempo, pero ella había decidido restringir su libertad, frenándole su crecimiento, más sangre. Dolor. Lo recordó todo. No era jugo, nunca fue jugo. Era sangre. Y yo me la comí, otra vez. Terminó de lavarse los dientes, izquierda, derecha, arriba, abajo, costado, delante de los incisivos y por detrás, entre los dientes molares y premolares. En el lugar de un canino brotaba aún la sangre. Al escupir, la pasta dental mezclada con su saliva estaba teñida de un rojo que no le pertenecía. Un rojo que provenía de su cuerpo, su propio cuerpo, no el de ella, el suyo.
El baño tenía múltiples máculas de sangre, eran manchas sobre el piso. Eran ya las 3am., limpió a la rápida el desastre que había provocado su muerte con la toalla del baño, la recogió y arrugada la llevó consigo a la pieza, su boca aún goteaba. Sangre.
Decidí que era muy tarde para preocuparme, cínica e hipócritamente ignoré uno a uno los recuerdos que se aparecían como rayos en sus pensamientos y, solamente por el sueño que pesaba sobre sus pestañas, cayó dormida.
Yo creo que mañana lo arreglo todo, ya nunca más la comeré. Diciendo esto solté la toalla manchada de rojo.
Mas, dentro de sus sueños tampoco pudo ser libre de la culpa del rojo, el que a través de sus encías seguía borboteando, impregnando su almohada de lo que ya no podía ocultar. La había devorado- sin piedad ni arrepentimientos. Sin culpa ni dolor. El dolor había venido después, en el ritual-. La había devorado.
Ya no lo podía ocultar.
Por ende, ya no tendría otro despertar consciente, moriría desangrada como el crimen cometido a consciencia. Ya no estaba permitido el escudarse en inocencia y desconocimiento. De manera consciente lo había consumado. Culpable.
El cuerpo. Muerto. Cadáver. Restos.
Venganza.
Muerte. Muerte. Muerte por muerte. Ya había sido anunciada mediante uno de sus sueños. Muerte por muerte. Ella había aceptado. Ahora estamos a mano. Ahora estamos a mano les había dicho. Ahora tocaba pagar con su carne. ¿Por qué? pregunté en un suspiro. Tu sabías lo que hacías. Pero ¿por qué ahora----?
No alcanzó a darse respuesta, pues sus dedos ya habían apretado el gatillo.
La carne x tu carne. Tu carne es mi carne.
CARNE
CARNE CARNE CARNE
CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE
CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CAR
CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE
CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE
ACARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE
R CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE CAR
N CARNE CARNE CARNE CARNE CARNE NE
E CARNE CAR CARNE CAR CARNE CAR
C CARNE NE CARNE CARNE NE
A CARNE CARNE CARNE CAR
R CARNE CARNE CARNE NE
N CARNE CARNE CARNE CAR
E CARNE CARNE CARNE NE
C CARNE CARNE CARNE CAR
CARNE CARNE CARNE NE
CARNE CARNE CARNE CAR
CARNE CARNE CARNE NE
Comentarios
Publicar un comentario