Cuento sin nombre.

Capítulo 2

Literalmente. Todo volvía a comenzar, un ciclo sin fin, intermitente, en el que se hallaba envuelta por enamorarse de alguien así, por creer a pie juntilla lo que le habían mostrado y dicho. 
Por aceptar la petición de quedarse encerrada por el miedo a quedarse solterona por siempre, ya que después sería tarde le repetían, y nadie la iba a querer. Entonces, ella desde los 28 aceptó quedarse en casa, mientras él ganaba el pan. Así que ella ya no podía sentir ni oler experiencias de otras como para saber qué tan normal era lo que ella estaba viviendo; recordaba películas de infancia y decía el amor es así, si esto sucede es por algo, y continuaba barriendo a la espera de la llegada de su amado.
Su amado se hallaba en la oficina, desconfiado como era, había colocado cámaras en cada rincón de su hogar sin contarle a Susana. La observó embelesado, cómo había conseguido que una mujer tan hermosa fuera su esposa, cómo. Entre tantas cavilaciones y cuestionamientos sin respuesta, le dio rabia y supuso que era imposible que estuviera siempre en casa barriendo y siendo tan obediente y sumisa. Debió haber descubierto las cámaras, puesto una cinta y haberse escapado con su amante, decidió llamarla. Hola Susana, ¿qué estás haciendo, con quién estás? Estoy sola, Andreas, ¿por qué? Estoy barriendo, ¿quieres que prepare algo especial? ¿Traerás a alguien? No. No prepares nada, llegaré tarde, adiós. Y colgó. Susana quedó anonadada, otra vez con sus actitudes extrañas, aún así prepararé algo para alegrarle después de un día tan pesado.
Andreas, de mala gana, terminó sus tareas restantes en la oficina, tomó su sombrero y se fue. Mientras iba manejando lo decidió, decidió visitar a una vieja amiga. Tocando fuertemente la puerta, gritó ¡Amy! Ya, ya voy. Entonces, abrió la puerta con una gran sonrisa en el rostro.

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